Después de varios días de descanso con los últimos dos duelos confirmados, llegaba el gran día de terminar la Copa de las Confederaciones.
España que había sido eliminado por Estados Unidos y República Sudáfrica, víctima de un tiro libre de Dani Alves de Brasil iban por el premio consuelo; la última colocación del podio.
Se esperaba un local sin obligación de ganar y con los jugadores menos presionados, tal como lo hicieron y casi logran la hazaña vs. Brasil y un conjunto europeo que mostró su buen juego por partes.
Entre los dos hicieron un partidazo, especialmente con emoción en el final, más allá que el transcurso de unos ochenta y cinco minutos tuvieron al hincha o telespectador enganchado.
Ya en la segunda mitad, alrededor de los treinta minutos, llegó el tan ansiado gol. Fue por parte de Sudáfrica que sorprendía con un zurdazo tras un centro por parte de Mphela, ingresado minutos antes por Pienaar. Dani Güiza –tampoco desde la partida- fue clave para el gran desenlace. A dos de cumplir el tiempo reglamentario, cruzó un disparo desde adentro del área y empató el partido.
Minuto después quiso evitar el alargue tras un centro del mismo delantero del Fenerbahçe que se le coló al arquero Khune. Si de evitar el alargue se trataba, apareció nuevamente Mphela con el partido ya casi terminado y con un golazo de tiro libro, mandó a los 120 minutos.
En el inicio de los segundos quince, Xabi Alonso con otro tiro libre, aseguró el tercer puesto y clin caja.
Lo mejor no había llegado. Si eso era emoción, ni hablar de lo que ocurrió en la final Estados Unidos-Brasil.
A los nueve, Dempsey abrió el marcador con una definición rara tras un pase-centro de Spector. La leyenda de revelación se estaba cumpliendo más que nunca y los verdeamarlha lo sufrían.
Bien plantado atrás, aunque permanentemente pensando en el contraataque, Estados Unidos nuevamente armó su equipo en torno a London Donovan quien demostró dejar de ser una promesa eterna. Para colmo, el propio jugador de la MLS, marcó el 2-0 tras una contra comandada por Davis.
Así terminó el primer tiempo, con un Brasil desconocido, los laterales –arma letal- bien tapados y Kaká y Robinho líderes futbolísticos, en otra sintonía.
Para el complemento, a los cuarenta segundo Luis Fabiano descontó quemando todos los papeles del pobre Bradley. El tiempo pasó y antes de los treinta, el goleador de la Copa volvió a aparecer tras un rebote en travesaño después de un remate de Robinho para efectuar el segundo gol, el del empate.
Desmoralizados, sabiendo que lo máximo que podrían lograr, era ese empate, se refugiaron cada vez más, hasta que en un córner a diez del final llegó la muerte anunciada. Cabezazo impecable en soledad de Lucio para ponerla junto al palo y gritar por primera vez con Dunga como DT, ¡campeón!
Deporte, dinámica de lo impensado. Arrancó Brasil como ficha puesto, lo pasó a ser Estados Unidos por un momento, y termina siendo el país de Pelé, el que se queda con la copa, que una vez más, ofreció mucha emoción, fútbol, color y ruido (vuvuzelas).
España que había sido eliminado por Estados Unidos y República Sudáfrica, víctima de un tiro libre de Dani Alves de Brasil iban por el premio consuelo; la última colocación del podio.
Se esperaba un local sin obligación de ganar y con los jugadores menos presionados, tal como lo hicieron y casi logran la hazaña vs. Brasil y un conjunto europeo que mostró su buen juego por partes.
Entre los dos hicieron un partidazo, especialmente con emoción en el final, más allá que el transcurso de unos ochenta y cinco minutos tuvieron al hincha o telespectador enganchado.
Ya en la segunda mitad, alrededor de los treinta minutos, llegó el tan ansiado gol. Fue por parte de Sudáfrica que sorprendía con un zurdazo tras un centro por parte de Mphela, ingresado minutos antes por Pienaar. Dani Güiza –tampoco desde la partida- fue clave para el gran desenlace. A dos de cumplir el tiempo reglamentario, cruzó un disparo desde adentro del área y empató el partido.
Minuto después quiso evitar el alargue tras un centro del mismo delantero del Fenerbahçe que se le coló al arquero Khune. Si de evitar el alargue se trataba, apareció nuevamente Mphela con el partido ya casi terminado y con un golazo de tiro libro, mandó a los 120 minutos.
En el inicio de los segundos quince, Xabi Alonso con otro tiro libre, aseguró el tercer puesto y clin caja.
Lo mejor no había llegado. Si eso era emoción, ni hablar de lo que ocurrió en la final Estados Unidos-Brasil.
A los nueve, Dempsey abrió el marcador con una definición rara tras un pase-centro de Spector. La leyenda de revelación se estaba cumpliendo más que nunca y los verdeamarlha lo sufrían.
Bien plantado atrás, aunque permanentemente pensando en el contraataque, Estados Unidos nuevamente armó su equipo en torno a London Donovan quien demostró dejar de ser una promesa eterna. Para colmo, el propio jugador de la MLS, marcó el 2-0 tras una contra comandada por Davis.
Así terminó el primer tiempo, con un Brasil desconocido, los laterales –arma letal- bien tapados y Kaká y Robinho líderes futbolísticos, en otra sintonía.
Para el complemento, a los cuarenta segundo Luis Fabiano descontó quemando todos los papeles del pobre Bradley. El tiempo pasó y antes de los treinta, el goleador de la Copa volvió a aparecer tras un rebote en travesaño después de un remate de Robinho para efectuar el segundo gol, el del empate.
Desmoralizados, sabiendo que lo máximo que podrían lograr, era ese empate, se refugiaron cada vez más, hasta que en un córner a diez del final llegó la muerte anunciada. Cabezazo impecable en soledad de Lucio para ponerla junto al palo y gritar por primera vez con Dunga como DT, ¡campeón!
Deporte, dinámica de lo impensado. Arrancó Brasil como ficha puesto, lo pasó a ser Estados Unidos por un momento, y termina siendo el país de Pelé, el que se queda con la copa, que una vez más, ofreció mucha emoción, fútbol, color y ruido (vuvuzelas).
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1 comentario:
Hola, me gustó el blog, no lo conociá, los agregue a mis links. Saludos
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