domingo, 20 de diciembre de 2009

Mundial de Brasil 1950

Equipos: 13
Cuándo: 24 junio 1950 hasta 16 julio 1950
Final: 16 julio 1950
Partidos: 22
Goles: 88 (promedio de 4.0 por partido)
Asistencia: 1043500 (promedio de 47431)
Ganador: Uruguay
Segundo: Brasil
Tercero: Suecia
Cuarto: España
Bota de Oro: ADEMIR (BRA)
Ingresos: 384.000.000 de francos suizos

Contexto: nacía la televisión e colores, las computadoras hacían mil sumas por segundo, Marilyn Monroe asomaban en Hollywood. Una película de Buñuel, Los olvidados, se imponía en Cannes. El automóvil de Fangio triunfaba en Francia. Russell ganaban el Nobel. Neruda publicaba su Canto General y aparecían las primeras ediciones de La vida breve de Onetti y de El laberinto de la soledad, de Octavio Paz. Albizu Campos, que mucho había peleado por la independencia de Puerto Rico, era condenado en Estados Unidos a setenta y nueve años de prisión. Un delator entregaba a Salvatore Giuliano, el legendario bandido del sur de Italia, caía acribillado por la policía. En China, el gobierno de Mao daba sus primeros pasos prohibiendo la poligamia y la venta de niños. Las tropas norteamericanas entraban a sangre y fuego en la península de Corea, envueltos en la bandera de las Naciones Unidas, mientras los jugadores de fútbol aterrizaban en Río de Janeiro para disputar la Copa Jules Rimet, después de largo paréntesis por la Guerra Mundial

Vestimenta: en la camiseta se agrega un cuello tipo chomba. Aparecen los números en la parte de atrás de la camiseta, de acuerdo a la posición que el jugador ocupaba en la cancha.

Sedes: Río de Janeiro, San Pablo, Recife, Porto Alegre, Belo Horizonte, Curitiba.


Estadio Maracaná: se construyó para el torneo. La obra duró 22 meses desde el 2 de agosto de 1948. A la final concurrieron 1999.854 personas y tenía capacidad para 183.354, la mayor cantidad de personas reunidas en un estadio de fútbol, según el record Guiness.

El Equipo Ideal: Ramallets (España); M. González (Uruguay), Tejera (Uruguay); Bauer (Brasil), Varela (Uruguay), Puchades (España); Zizinho (Brasil), Schiaffino (Uruguay), Ghiggia (Uruguay), Ademir (Brasil), Gainza (España).

La figura: Obdulio Varela, el “Negro Jefe” jugó para Wanderers, Peñarol. Debutó en la selección en 1939 y jugó en ella hasta su retiro durante el Mundial 54, sin haber perdido ningún partido en ambos mundiales. Antes de la final, mientras los fotógrafos retrataban a Brasil, dijo: “Vengan a sacarnos fotos a nosotros, porque somos los campeones del mundo.” Durante ese partido que lo coronó manejó los tiempos haciendo tiempo cuando le convenía y poniéndose el equipo al hombro. Dijo que el triunfo había sido casualidad, se puso de espaldas a los periodistas y se pasó la noche festejando en los bares de Río de Janeiro sin parar de tomar cerveza. Cuando llegaban a Montevideo tras el título, se disfrazó de Humphrey Bogart para evitar la gente. Murió en 1996.

Números: 8 los goles que le hizo Uruguay a Bolivia, máxima goleada (compartida) de un Mundial. 9 jugadores de la selección italiana murieron el año anterior en un accidente de aviación en Superga. 4.66 fue el promedio de gol de los brasileños en la ronda final, no les alcanzó. 82 goles en 22 partidos hubo. Los 22 jugadores de Yugoslavia pertenecían a sólo cuatro equipos. 12 años pasaron desde que Bickel jugó un partido en el mundial 38 y de inauguración en el mundial del 50. 1 partido jugó Rubén Morán en los Mundiales, fue por la final contribuyendo al título uruguayo ante Brasil.

Curiosidades: Cuando Estados Unidos asombró al mundo entero al vencer por 1-0 a Inglaterra, un periódico británico supuso que se trataba de un error tipográfico del teletipo y publicó que Inglaterra había ganado por 10-1. Escocia se rehusó participar en la competición porque no había vencido en el Campeonato Nacional Británico. India, en cambio, se retiró al constatar que sus jugadores no podían jugar descalzos.

La Confederación Brasileña de Fútbol tomó como ofensa la declinación argentina a participar del torneo continental y rompió relaciones con la AFA. Indingnado, Valentín Suarez, presidente de la entidad argentina, comunicó que la selección no participaría del Mundial 50. Una versión dice que el poco apoyo de la FIFA y la CSF a la razonable postura albiceleste estuvo salpicada de suspicacias: tanto Inglaterra, intocable debutante en el Mundial, como Brasil, dueño de casa, no se habrían beneficiado en nada con la participación de la poderosa selección argentina.

Una vez más los cabildeos oficinescos y las disputadas de poder tuvieron más importancia que el simple ejemplo futbolístico. Argentina no fue al Mundial en momentos que había tres cracks por puesto en que había “tres cracks por puesto” según repiten los memoriosos. El congreso de Luxemburgo en 1946 decidió a Brasil como sede del Mundial. La copa se había salvado de milagro de los nazis. El vicepresidente de la FIFA la tuvo escondida bajo la cama en una caja de zapatos hasta que pudo depositarla en un banco.

Distintos motivos llevaron a que solo trece equipos participaran del primer mundial post guerra. Inglaterra había abandonado su postura soberbia e intervino por primera vez en una copa Mundial aunque su debut fue con una derrota ante un combinado que usaba la bandera de Estados Unidos pero que su nación era cualquiera, de hecho el autor del gol, Larry Gaetjens, un haitiano confesó: “Yo nunca tuve la ciudadanía norteamericana”. Luego, los ingleses se enfrentaron a España y tras perder se volvieron con las manos vacías.
Lo más novedoso de la cuarta edición es que no hubo final, sino que cuatro equipos se clasificaban y jugaban todos contra todos, y el mejor era el campeón. Brasil se preparó para salir campeó: arrancó ganando 7-1 a Suecia, le hizo seis a España y hasta el encuentro final todo marchaba sobre ruedas. Los urugayos habían empatado con España 2-2 y habían ganado por la mínima a Suecia.

Los charrúas no buscaron ninguna innovación táctica, era un símil del viejo método italiano. Máspoli, un arquero gigante, dos marcadores centrales unidos al centrohalf, Obdulio Varela, la verdadera columna vertebral del equipo. Cerca, dos interiores y un quinteto delantero en el que se destacaban Schiaffino y Ghiggia.

Los defensores conformaron la famosa “Jaulita celeste” para marcar a los delanteros brasileños, un empate le valía a los locales para ser campeones. Friaca abrió el marcador a favor de la verde amarelha. Obdulio tomó la pelota, protestó para enfriar el partido y a los veinte minutos empató Schiaffino tras un desborde de Ghiggia. Nuevamente Ghiggia sobre el final derrotó otra vez a Barbosa y coronó a Uruguay por segunda vez campeón del mundo y fue el histórico Maracanazo.

A los empujones, Jules Rimet entregó la copa a los empujones. El francés, se enojó porque no se siguió nada de lo pactado, de los himnos, mástiles, del protocolo, pero no se resignó a entregar la copa frente a las cientos de miles de brasileros absortos.

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