Sexta entrega de ¿Por qué tanta popularidad?, fragmento de Ramificaciones, libro de Hernán Zucchi, filósofo argentino. (todas las entregas)
Continuación de Parte 5
2. Otra cosa que llama la atención al ver un partido de fútbol es el hecho de que al estar prohibido valerse de brazos y manos se debe recurrir a otras partes del cuerpo, principalmente piernas y pies. El hombre, animal bípedo, se vale de sus dos piernas para mantenerse erguido, para caminar, trotar, correr y saltar. Pero piernas y pies no se emplean para “llevar” adminículos. Tiene sus funciones específicas. Al emplearse para jugar al fútbol se las obliga a realizar acciones para las que no están preparadas. De ahí la impresión de irrealidad que ofrece este deporte. En la vida diaria nadie tiene algo con los pies, ni el escolar lleva su cartera a la escuela a patadas. Tampoco el elegante ejecutivo entra a su despacho “pasándole hábilmente con los pies” el portafolio a su secretaria. Todos dirían que se ha vuelto loco.
Más aún: no sólo se juega con piernas y pies, también se usa la cabeza. En ciertas circunstancias con un certero cabezazo logra convertir un gol. Pero ni en la vida diaria ni en casi ningún deporte se emplea la cabeza como elemento impulsor. Y esto ocurre porque por lo general, la empleamos para pensar y además, para ver y oír, paladear manjares o tocar con los labios. Intelecto y sensibilidad (y podríamos agregar habla) residen en la cabeza. Por eso no es natura que se la emplee como lo hacen la cabra, para dar topetazos.
3. En tercer lugar, la extrañeza y la perplejidad se agravan ante el hecho de la prohibición del habla. El hombre, según Aristóteles es “el animal que tiene habla”. Habría que agregar, salvo en los juegos. En los juegos no se habla. No se lo hace ni en el ajedrez, ni en las damas, ni en muchos otros. En el caso del poker y del bridge sólo se permite hablar para hacer la apuesta en el primero, o en la declaración, en el segundo. En el juego mismo está estrictamente prohibido hacer cualquier tipo de comentarios. La única excepción que conozco es la de nuestro truco…
Pero lo que más llama la atención de nuestro deporte no es que se prohíba hablar sino al ser un deporte en que interviene tanta gente que no se haya permitido el uso del lenguaje. Un partido es un acontecimiento social mudo; la acción propia de él, no es precisamente comunicativa, como diría Habermas.
Más aún: no sólo se juega con piernas y pies, también se usa la cabeza. En ciertas circunstancias con un certero cabezazo logra convertir un gol. Pero ni en la vida diaria ni en casi ningún deporte se emplea la cabeza como elemento impulsor. Y esto ocurre porque por lo general, la empleamos para pensar y además, para ver y oír, paladear manjares o tocar con los labios. Intelecto y sensibilidad (y podríamos agregar habla) residen en la cabeza. Por eso no es natura que se la emplee como lo hacen la cabra, para dar topetazos.
3. En tercer lugar, la extrañeza y la perplejidad se agravan ante el hecho de la prohibición del habla. El hombre, según Aristóteles es “el animal que tiene habla”. Habría que agregar, salvo en los juegos. En los juegos no se habla. No se lo hace ni en el ajedrez, ni en las damas, ni en muchos otros. En el caso del poker y del bridge sólo se permite hablar para hacer la apuesta en el primero, o en la declaración, en el segundo. En el juego mismo está estrictamente prohibido hacer cualquier tipo de comentarios. La única excepción que conozco es la de nuestro truco…
Pero lo que más llama la atención de nuestro deporte no es que se prohíba hablar sino al ser un deporte en que interviene tanta gente que no se haya permitido el uso del lenguaje. Un partido es un acontecimiento social mudo; la acción propia de él, no es precisamente comunicativa, como diría Habermas.
CONTINUARÁ...
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