jueves, 10 de diciembre de 2009

Oportunidad detrás del escándalo

Para todos los que disfrutamos del buen fútbol que cada tanto aparezcan escandaletes del tipo Hay – Faraoni nos duele profundamente. Como al niño que le cuentan que Papá Noel no existe, de alguna manera sentimos que se pierde el encanto. Idealizamos cada competencia y soñamos con que cada definición es limpia. Hacemos esfuerzos para taparnos los oídos, pero el clamor de los arreglos se hace sentir cada vez con más fuerza. Por eso, aunque nos resulte doloroso, a veces es bueno escuchar esas voces, decir la verdad y volver a empezar. Todas las crisis son momentos de oportunidades y la terrible crisis que está viviendo el arbitraje puede ser una oportunidad para que se termine con los negociados que hay detrás de los hombres de negro. Por eso sería un error pensar que no pasa nada, hacer la vista gorda y dar vuelta la página. Acá sí pasan cosas y hay que detenerse en esta página para solucionar los problemas. Pasan cosas y muchas.

Pasa que los árbitros asumen compromisos como si fueran profesionales, pero son amateurs. Solamente los árbitros de primera pueden vivir solamente del arbitraje. El resto debe completar el arbitraje con sus actividades laborales. Un árbitro AFA no cobra más de 150 pesos el partido cuando empieza. Para alcanzar los valores de la canasta básica un árbitro debe dirigir unos quince partidos por mes. Y esto, solamente, para llenar la canasta básica. Por eso deben trabajar de otras cosas y hacer “lo que sea” para subir de categoría y ganar más plata.



Pasa que los árbitros deben entrenar obligatoriamente dos veces por semana y una vez por mes tienen clases teóricas. Además pueden ser llamados en AFA en cualquier momento para jugar un partido; sea este un fin de semana o un miércoles a las tres de la tarde. A esto hay que sumarle las situaciones por entrevistas personales que se hacen a cada rato.

Pasa que en el arbitraje hay una disputa muy fuerte entre los dos sindicatos: SADRA Y AAA. Uno y otro sindicato saben que cuantos mayores afiliados tengan en las divisiones superiores más ingresos tendrán ya que ellos retienen un porcentaje fijo de lo que cada árbitro gana. Con ese criterio se van completando los espacios. Ante todo se privilegia una distribución salomónica de los espacios existentes. Que sean buenos o malos es casi accidental.

Pasa que los árbitros son manejados por el nefasto Romo quien es cara visible de un conjunto de dirigentes que le piden que tome una u otra decisión. La figura de este hombre intenta disimular que el manejo de los árbitros se hace de una manera tan directa por los propios dirigentes. Cerca suyo pululan una serie de árbitros retirados que hacen de su alcahuetismo la fórmula perfecta para mantenerse con trabajo; total la dignidad ya la perdieron hace rato. Esta en ese lugar les sirve para ser buenos mensajeros de lo que los dirigentes quieren. Así sugieren inclinar la cancha para algunos equipos.


Pasa que los árbitros deben convivir con ofrecimientos indebidos desde temprano. Ya en la C es común que los hombres de negro se encuentren con indumentaria oficial del equipo, una vianda con comida y un sobre blanco con algunos billetes. Para peor, como si el mensaje no fuera del todo claro los dirigentes de esos clubes pasean impunemente por las adyacencias del vestuario para confirmar si los árbitros aceptaron la propuesta. En el caso de que no lo aceptan les prometen hacer esfuerzos para que no asciendan de categoría y obviamente le retiran la indumentaria, el sobre y hasta la vianda con un enojo singular.

Pasa que esos mismos dirigentes tienen peso a la altura de definir qué árbitros se promocionan y cuáles no. De acuerdo a los antecedentes como los mencionados en el párrafo anterior o al trato personal que ellos tengan con los hombres de negro suben o bajan el pulgar.

Pasa que los árbitros empiezan a entender el sistema de promoción y van tomando con naturalidad algunas de estas prácticas ética y jurídicamente condenables. Por eso acrecientan su patrimonio y compran autos que no puede comprar un árbitro. Por eso pasan de vivir en el barrio de toda la vida para trasladarse a un country. Por eso dejan de trabajar en el banco de siempre para tener algún emprendimiento propio. Por eso simulan alguna lesión de tipo crónica para que no sigan dirigiendo. Por eso se retiran de la noche a la mañana sin decir ni mu.


Pasa que en el fútbol desde hace unos años metió la pata la política. Los gobernadores hacen grandes esfuerzos para tener representantes locales en la máxima categoría. Por eso pelean los ascensos como si fueran políticas prioritarias de su gestión. No es casual que en los últimos años hayan ascendido tantos equipos del interior ni que en el Nacional B hayan quedado tan pocos equipos de la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. Ellos tienen injerencia directa en el fútbol porque en muchos casos, además del cargo político, ocupan algún cargo en los clubes. Todos recuerdan que en una famosa final en el ascenso, un árbitro hizo jugar el partido hasta que el equipo verdinegro lograra el gol que lo llevaba a Primera.

Pasa que los árbitros son coordinados por una muy buena persona, pero de escasos conocimientos en el tema. Cuando en su lugar estuvo un mundialista se tuvo que ir cansado de la injerencia que tenían los dirigentes en su área y de las pocas posibilidades de salir de este perverso sistema. Su reemplazante es más maleable porque sabe que fuera del mundo del arbitraje es un desempleado más. Esto lo hace a pesar de quedar muchas veces en ridículo entre lo que él dice y lo que dicen los demás que tienen más poder que él.

Pasa que los veedores son los mismos profesores con lo cual la capacidad de objetivar es nula. Para peor por la escasa cantidad que son sólo alcanzan a mirar a cada árbitro una vez al año. No es tan grave, saben que no está en juego su promoción ya que la misma será resulta a través de los mecanismos ya explicados.


Todas estas cosas ya pasan y seguirán pasando si no se toman cartas en el asunto. Son necesarias medidas concretas. Por ejemplo darle autonomía al arbitraje haciéndolo totalmente independiente de los dirigentes y con una relación sólo contractual con la AFA. Por ejemplo hacer públicas las supuestas tablas de mérito que definen las promociones de los árbitros. Por ejemplo que la AFA destine plata a los sindicatos independientemente de la cantidad de afiliados que pueda tener. Por ejemplo que se profesionalice el arbitraje elevando sueldos y sumando responsabilidades.

Una nueva crisis sacude al fútbol en general y al mundo arbitral en particular, ¿dejaremos pasar esta oportunidad?

RELACIONADO: Escándalo Hay-Faraoni - Recomendado: Elio Rossi (1) (2) (3)

1 comentario:

Lapache dijo...

Si no tenés un Perón los sindicatos limitan al país, son necesarios, pero lo limitan. No pido un Perón, para nada, pero sí una sub-sindicalización y no una sobre. Los representados se ven sumamente perjudicados con su representante sindicalista, cuando en realidad debería ser una figura simbólica y administrativa, no mediática y absolutista.

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