Lo que se leerá a continuación podría ser de un anti-fútbol, pero no lo es.
El otro día, estaba en la cancha viendo a mi equipo que necesitaba un gol para conseguir un logro que se había planteado al comenzar la temporada.
Desde la parte alta del estadio, miraba el partido con desgano ya que la tarea de mi equipo no me gustaba. Casi resignado decidó quedarme callado, tapado hasta las orejas por el frío y pensar un poco.
Veía a la multitud que gesticulaba, se movía, insultaba por cada error, se ponía de pie, en fin, no parecía tener un buen camino. Con el gol que hacía falta, la gente gritó como loca y después a puro grito se cerró el partido.
Pero, en mis profundas reflexiones yo pensaba qué era lo que me unía con mi equipo, tanto que me mantenía angustiado una semana, o triste un semestre, o me hizo discutir, pagar 20$ por fin de semana -en verdad paga mi hermano- y sinceramente no encontré relación.
¿Por qué soy del equipo del que soy? Por mi papá, muchos lo tendrán por tradición, pero solo unos pocos con la pasión, piensan algo que parece normal. Es tanto lo que uno se encariña que piensa que es normal, pero en verdad uno está criticando a una persona que no lo oye, está trabajando y hace lo que mejor puede.
Sacando por un instante la camiseta y la pasión, puede parecer insólito que se gasten tres cifras de millones para ganar. Para mejorar el club, pero aunque sean 11 los que juegan, uno lo siente en carne tan propia que hasta a veces más que si hubiera jugado.
De todas maneras, yo escribo esto, coincido que estamos todos locos -por esta pasión infinita como es el fútbol-, que insultar frente a la televisión no sirve, pero lo voy a seguir haciendo. Es una conducta irreparable que cuando uno la siente tan fuerte no puede parar.
Personalmente, disfruto de las 24 horas de opinión, discusión y uno no tiene nada que ver con estos, pero no hay explicación para un sentimiento tan fuerte como el que pasa y por eso no me altera que me digan loco por el fútbol y concuerdo, pero ¿cómo explico lo que siento? Lo más cercano es una palabra: pasión.
sábado, 28 de junio de 2008
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