Boca, como en casi todo el desarrollo de esta Copa Libertadores, generó un montón de situaciones, pero concretó pocas. Estuvo dos veces arriba y lo dejó escapar. Y ahora, de nuevo, necesitará de una clasificación heroica para llegar a la final.
El equipo de Carlos Ischia salió a hacer lo que debe hacer todo dueño casa, atropellar al rival en busca de la primera ventaja. Con un Juan Román Riquelme más enchufado que de costumbre, participativo, movedizo y rápido, fue la figura y marcó los dos goles. Boca dominó los primeros minutos. Pero el enganche no estaba solo: contaba con el apoyo de Rodrigo Palacio y Cristian Chávez, el posible próximo ídolo xeneize. Así fue como Boca acorraló al Fluminense, hasta que Palacio y Riquelme intercambiaron roles. El delantero desbordó por derecha y tiró el centro, que Román empujó a la red en el área chica, entrando desde atrás, con un arquero, a mi juicio mal parado, ya derrotado. Parecía que esta vez la historia iba a ser diferente, y que Boca iba a poder hacer una buena diferencia para viajar a Río de Janeiro. Pero el Flu no le dio tiempo ni de gritar el gol ya que luego de unos minutos, un centro muy elevado, fue cabeceado por Thiago Silva que saltó bien alto en el área, el arquero Pablo Migliore dudó y la pelota terminó en el fondo del arco.
Pochi Chávez casi vuelve a poner a Boca en ventaja en menos de un minuto, con un pelotazo que pegó en el ángulo; pero no. A los brasileros poco le importaron las bajas temperaturas, o el estado del campo de juego del estadio de Racing que tanto se había hablado durante la semana.
Luego de 10 minutos en donde no pasó nada por el golpe anímico del empate, Boca reaccionó y recuperó la pelota y volvió a ser superior que el equipo brasilero.
Boca tenía un trabajo colectivo. Con Morel Rodríguez y Jonatan Maidana aportando al ataque por izquierda y derecha. Sebastián Battaglia como una pared en el medio cortando varios ataques del Flu; y Palacio, Chávez y Dátolo para asociarse con Riquelme. Esto se demostró en la pared entre Román y Chávez, pase a Dátolo y un remate muy débil que se fue muy cerca del palo. Un disparo de Palacio que tapó el arquero y un tiro libre de Riquelme que se fue cerca. Boca tuvo llegada y presionó al rival hasta obligarlo a retroceder.
En cambio, Fluminense tuvo un juego más simple, con las velocísimas salidas desde el fondo o los permanentes cambios de frente. El equipo que conduce Renato Gaúcho también llegó tocando al área de Boca. Pero no creó situaciones claras de gol.
Boca fue una aplanadora al principio del segundo tiempo. Y el arquero del Fluminense parecía el mejor del mundo (la gran actuación del arquero brasileño fue fundamental). Pero Boca no dio respiro y el rival comenzó a replegarse y cuidó el empate como pudo.
Chávez fue tomando protagonismo y metió otro tiro en el travesaño. El equipo brasileño no podía salir del fondo porque el local lo cortaba con la presión en el medio. Sus únicas chances para avanzar era cuando aprovechaba alguna imprecisión xeneize y buscaba el contragolpe rápido. No llegaba lejos, pero, dio algunas advertencias acerca de cómo quedaba parado Boca atrás.
Al equipo de Ischia sólo le faltaba el gol y ahí apareció Riquelme para dárselo. El referi cobró una mano dudosa en la puerta del área. Y Román, luego de una ceremonia de pedir distancia en la que se perdieron varios minutos y hubo 2 amonestados entre ellos el autor del gol; ejecutó como mejor sabe hacerlo: un disparo sutil que pegó en la barrera y tomó un efecto que hizo imposible que Henrique llegara a detenerlo.
De vuelta en ventaja, pero quería más y por eso quedó un poco descubierto atrás y los pocos contragolpes del Fluminense terminaron siendo situaciones de peligro.
El temor se hizo realidad cuando, Thiago Neves, agarró un despeje de Paletta en la puerta del área y sacó un tiro envenenado que a Migliore (sin muchas explicaciones) se le escapó de las manos. Y el gran susto fue aquel contragolpe que terminó en el gol bien anulado a Thiago Neves, por una mano. Era 2-2, como le pasó con Atlas en cancha de Vélez. Pero esta vez, Boca tenía un poco más de tiempo para cambiar la historia. Palacio tuvo un mano a mano, y salvó el arquero. Palermo tuvo otras dos situaciones y el partido fue vibrante hasta el final.
Haber recibido dos goles como local puede ser definitivo en la Copa Libertadores, sin embargo, para Boca nada parece imposible. Porque las estadísticas y la historia lo respaldan y su presente tiene es muy bueno. Boca ya ganó de visitante en octavos y cuartos
Se metió en los octavos de final raspando. En la ida, se lamentó el gol en La Bombonera de Cruzeiro, pero en Brasil ganó con categoría. Peor fue el 2-2 ante Atlas en cuartos y lo goleó 3-0 en Guadalajara.
El equipo de Carlos Ischia salió a hacer lo que debe hacer todo dueño casa, atropellar al rival en busca de la primera ventaja. Con un Juan Román Riquelme más enchufado que de costumbre, participativo, movedizo y rápido, fue la figura y marcó los dos goles. Boca dominó los primeros minutos. Pero el enganche no estaba solo: contaba con el apoyo de Rodrigo Palacio y Cristian Chávez, el posible próximo ídolo xeneize. Así fue como Boca acorraló al Fluminense, hasta que Palacio y Riquelme intercambiaron roles. El delantero desbordó por derecha y tiró el centro, que Román empujó a la red en el área chica, entrando desde atrás, con un arquero, a mi juicio mal parado, ya derrotado. Parecía que esta vez la historia iba a ser diferente, y que Boca iba a poder hacer una buena diferencia para viajar a Río de Janeiro. Pero el Flu no le dio tiempo ni de gritar el gol ya que luego de unos minutos, un centro muy elevado, fue cabeceado por Thiago Silva que saltó bien alto en el área, el arquero Pablo Migliore dudó y la pelota terminó en el fondo del arco.
Pochi Chávez casi vuelve a poner a Boca en ventaja en menos de un minuto, con un pelotazo que pegó en el ángulo; pero no. A los brasileros poco le importaron las bajas temperaturas, o el estado del campo de juego del estadio de Racing que tanto se había hablado durante la semana.
Luego de 10 minutos en donde no pasó nada por el golpe anímico del empate, Boca reaccionó y recuperó la pelota y volvió a ser superior que el equipo brasilero.
Boca tenía un trabajo colectivo. Con Morel Rodríguez y Jonatan Maidana aportando al ataque por izquierda y derecha. Sebastián Battaglia como una pared en el medio cortando varios ataques del Flu; y Palacio, Chávez y Dátolo para asociarse con Riquelme. Esto se demostró en la pared entre Román y Chávez, pase a Dátolo y un remate muy débil que se fue muy cerca del palo. Un disparo de Palacio que tapó el arquero y un tiro libre de Riquelme que se fue cerca. Boca tuvo llegada y presionó al rival hasta obligarlo a retroceder.
En cambio, Fluminense tuvo un juego más simple, con las velocísimas salidas desde el fondo o los permanentes cambios de frente. El equipo que conduce Renato Gaúcho también llegó tocando al área de Boca. Pero no creó situaciones claras de gol.
Boca fue una aplanadora al principio del segundo tiempo. Y el arquero del Fluminense parecía el mejor del mundo (la gran actuación del arquero brasileño fue fundamental). Pero Boca no dio respiro y el rival comenzó a replegarse y cuidó el empate como pudo.
Chávez fue tomando protagonismo y metió otro tiro en el travesaño. El equipo brasileño no podía salir del fondo porque el local lo cortaba con la presión en el medio. Sus únicas chances para avanzar era cuando aprovechaba alguna imprecisión xeneize y buscaba el contragolpe rápido. No llegaba lejos, pero, dio algunas advertencias acerca de cómo quedaba parado Boca atrás.
Al equipo de Ischia sólo le faltaba el gol y ahí apareció Riquelme para dárselo. El referi cobró una mano dudosa en la puerta del área. Y Román, luego de una ceremonia de pedir distancia en la que se perdieron varios minutos y hubo 2 amonestados entre ellos el autor del gol; ejecutó como mejor sabe hacerlo: un disparo sutil que pegó en la barrera y tomó un efecto que hizo imposible que Henrique llegara a detenerlo.
De vuelta en ventaja, pero quería más y por eso quedó un poco descubierto atrás y los pocos contragolpes del Fluminense terminaron siendo situaciones de peligro.
El temor se hizo realidad cuando, Thiago Neves, agarró un despeje de Paletta en la puerta del área y sacó un tiro envenenado que a Migliore (sin muchas explicaciones) se le escapó de las manos. Y el gran susto fue aquel contragolpe que terminó en el gol bien anulado a Thiago Neves, por una mano. Era 2-2, como le pasó con Atlas en cancha de Vélez. Pero esta vez, Boca tenía un poco más de tiempo para cambiar la historia. Palacio tuvo un mano a mano, y salvó el arquero. Palermo tuvo otras dos situaciones y el partido fue vibrante hasta el final.
Haber recibido dos goles como local puede ser definitivo en la Copa Libertadores, sin embargo, para Boca nada parece imposible. Porque las estadísticas y la historia lo respaldan y su presente tiene es muy bueno. Boca ya ganó de visitante en octavos y cuartos
Se metió en los octavos de final raspando. En la ida, se lamentó el gol en La Bombonera de Cruzeiro, pero en Brasil ganó con categoría. Peor fue el 2-2 ante Atlas en cuartos y lo goleó 3-0 en Guadalajara.
Pero, Fluminense se ha mostrado como un rival de gran categoría (fue el mejor de la fase de grupos), que ya dejó en el camino a un gigante como el Sao Paulo de Adriano, pero no tiene la experiencia de Boca en estas instancias de la Copa.
El recorrido hecho por Boca hasta aquí ha demostrado que, en las difíciles este equipo se agranda y que este empate puede servirle para que logre el "Maracanazo" el próximo miércoles y de nuevo se meta en la final.
El recorrido hecho por Boca hasta aquí ha demostrado que, en las difíciles este equipo se agranda y que este empate puede servirle para que logre el "Maracanazo" el próximo miércoles y de nuevo se meta en la final.
No hay comentarios:
Publicar un comentario