sábado, 11 de diciembre de 2010

El deterioro por gestiones y "nuestro fútbol"

Las excepciones de Huracán y Argentinos duraron un semestre. El estilo de juego que pregonó Argentina durante décadas dejó de existir desde el cambio monetario y el pasaje de nuestro país a un segundo o tercer escalón de relevancia económica.

Los mejores jugadores siguen saliendo desde estos pagos. Messi, Agüero, Tevez, Pastore son algunos de las camadas medianamente nuevas que la rompen en Europa. Pero el fútbol argentino los extraña, necesita de esos cracks que ya no esperan ganar títulos con su club de origen, sino en viajar al Viejo Continente y salvar su futuro.

“La nuestra” ha desaparecido, y nos debemos conformar con “Nuestro fútbol” que es muy diferente desde el punto de vista económico e influye en lo futbolístico. Los equipos no pueden mantener a sus figuras. Ante una oferta del exterior, es imposible negarle el camino a un juvenil dispuesto a comerse el mundo, aunque muchos de ellos vuelven con el rabo entre las patas.

Los clubes no tienen proyectos, no tienen ideas y por lo tanto, no tienen paciencia. Con la aparición de empresarios a hacer las veces de presidente, se perdió todo tipo de criterio. El presidente quiere la plata de cualquier modo y no quiere prenderse fuego, por lo tanto, ante la primera responde como hincha. Y así se van decenas de técnicos que asumen diez fechas antes con “un respaldo generalizado”. Ante la primera nube, prefieren optar como quienes están en las tribunas y dejar a todos de lado. Al jugador de moda, lo compran sin importar el deseo del director técnico, su forma de juego o lo que quiere realmente la institución.

Ocurre con Boca que se reforzó con todos los jugadores de moda, con el DT campeón pero no sabía hacia donde apuntar. Seis meses después repetirá su fórmula, técnico de moda, jugadores de nombre y un resultado que aún no se sabe. Lo curioso es que entre un entrenador y el otro hay millares de kilómetros de distancia. ¿Proyecto? Ganar.

Con ese proyecto, expresado en el párrafo anterior, dañan también a “nuestro fútbol”. Si un chico de 18 años no juega bien, se va. No importa cómo le va después, si en el club le respetaron todo lo que pedía, etc. Son descartables antes de llegar a los veinte años, y por eso en países donde la paciencia y el cuidar un poco más los números son punteros en la escala de valores, se destapan los Conca, los Montillo, los talentosos que siguen saliendo pero no cuentan con el apoyo suficiente.

Volviendo al párrafo inicial, no es casualidad que dos clubes como Argentinos y Huracán sean las excepciones. Comenzaron los dos sin presión, en zona comprometida con el descenso aunque con unas inmensas ganas de triunfar. Uno con línea de cuatro, el otro con doble cinco, sin embargo, a su manera supieron trazar un camino que los llevó a pelear el campeonato (Argentinos lo ganó, Huracán terminó segundo). Apenas fue un oasis en medio del desierto. Hoy, Huracán sufre de deudas, promedio y resultados. No pudo retener a los Ángeles de Cappa y aún hoy se lo lamenta. El Bicho no pudo mantener ni a su DT y con su título más fresco, recorre los puestos de mitad de tabla.

Godoy Cruz es otro ejemplar que no cae en los excesos de “nuestro fútbol”. Con dos técnicos seguidos de un perfil bajo, pero muy marcado, se salvó del descenso y apuntó alto; a tal punto de estar en la Libertadores. Con el auge demasiado cerca, es muy pronto para juzgarlo, sin embargo, todo indica que David Ramírez, Carlos Sánchez, Nicolás Olmedo, algunas de las figuras más importantes no estarían en el próximo semestre. Omar Asad no descarta irse, aunque sabe que si mantiene el buzo del Tomba deberá intentar mantener el estilo.

En esta mediocridad que nos inunda, donde cualquiera puede ganarle a cualquiera no hay que dejar de destacar la fortaleza de algunos equipos: Independiente desnudó las debilidades de muchos clubes americanos y se consagró en una Copa que si se jugara de nuevo, probablemente hubiera quedado en camino rápidamente. Estudiantes decidió dar a un lado a su fútbol protagónico que le permitió la consagración continental, para apostar al ataque directo y luego defendiéndose con mucha gente evitando aproximaciones a su arco. De este modo, hoy es casi campeón.    

No se quiere ser ni muy pesimista, ni negativo, sin embargo, la realidad de “nuestro fútbol” va acompañada de malas gestiones políticas y sus consecuencias económicas. Los torneos largos podrían ser una solución a la mentalidad corta de los dirigentes, sin embargo, le quitarían la ilusión a muchos clubes chicos de consagrarse con hacer seis meses buenos. Seguramente se verán equipos diferentes en un parte del año y otra, mientras los que apuesten a un más allá o intenten ser medianamente diferentes, tendrán su premio.

Mientras esperamos una modificación y una recuperación de este deterioro de gestiones que perjudica a “nuestro fútbol”, extrañamos y soñamos con regresar aunque sea por unos años, a “La Nuestra”, época de glorias y festejos más duraderos.

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