“Desde chico siempre fui el que asistía, y me gusta mucho ver que dejo a un compañero solo frente al arco, es una satisfacción. Me gustaría hacer más goles.” Decía un joven Javier Pastore de 25 partidos en primera división y en plena explosión, a un periodista de El Gráfico.
Dos meses después, fue vendido al Palermo italiano a cambio de ocho millones de euros. Habían quedado atrás sus declaraciones “No me gustan tanto los partidos de Italia, que no son muy divertidos que digamos” y comenzaba un romance con Mauricio Zamparini, presidente de su nuevo club.
La adaptación le costó, como a muchos jóvenes emigrantes. El 4-4-2 no encajaba, el equipo rendía mejor sin él y apenas sumaba algunos puntos al comienzo. Surgían algunos problemas internos, el jugador decía que no estaba cómodo y el único que lo apoyaba era… Zamparini.
La destitución a fines del año pasado de Walter Zenga le abrió una puerta. El Palermo finalizó la temporada en el quinto puesto ingresando a puestos de Europa League y con un sistema de 4-3-1-2 propuesto por Delio Rossi y perfectamente comandado por Javier Pastore. Ya era el dueño del equipo, un año después de su llegada. Se alejaron los rumores de peleas, broncas y trasnoches para convertirse en el dueño de todas las miradas del conjunto rosa.
En el comienzo del nuevo semestre, el Flaco se convirtió. Continuó siendo el eje del equipo, pero ya sin Cavani encontró a Ilicic, un esloveno alto y zurdo que entiende el fútbol igual –de bien- que él. Se convirtieron en una dupla explosiva que gozan todos los hinchas. Cuatro goles en los primeros ocho partidos, comparaciones con Zidane, intereses del Manchester City, Chelsea, Arsenal, Real Madrid aunque él sueña con el Barcelona, que ofrecería 40 millones de euros por él.
Zamparini continúa en su luna de miel. “será en el futuro más fuerte inclusive que Lionel Messi, quien es un jugador sobre todo de ataque, mientras Pastore es más completo". Su tranco pausado, mirada levantada y precisión confirman las declaraciones de Mauricio.
“La estética de Pastore es otro elemento que lo distingue. La sensibilidad con la que lleva la pelota, la elegancia y el tranco aparentemente desinteresado remiten a lo mejor de la antigüedad; se lo ve en sepia. De pronto acelera, frena, vuelve a acelerar, y en un segundo, regresa a la modernidad, y el ataque se llena de oxígeno.” Lo describe Fernando Pacini en una excelente nota sobre su equipo.
En la décimo segunda fecha, llegó el clásico siciliano. Una nueva chance para demostrar y dejar atrás algunas derrotas que alejaron al Palermo de los primeros puestos. ¿Quién otro apareció? Sí, Javier Pastore. Tres goles (uno de cabeza, otro llegando desde atrás y otro mostrándose como alternativa por la punta) y una actuación estelar para marcar todos los goles de su equipo ante un Catania sorprendido. El Papu Gomez (@papugomez) y Mariano Andujar (@marianoandujar) , rivales en la cancha expresaron su admiración vía Twitter. No fue para menos. Su equipo llegó al séptimo puesto, él lleva siete goles y lo apodan el Príncipe.
Mucho más maduro y confiado, aparece siempre, incluso en las difíciles. Un año y medio después, seguro podría asegurar que los partidos de Italia ya tanto no le aburren. Y que su búsqueda de meter más goles, encontró un tesoro, como el que prometía Zamparini.
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