No es común que personas vivan cien años. No es común que personas metan 194 goles. Francisco Varallo, tuvo mucho tiempo para dejar una huella en este mundo y la dejó.
Durante mucho tiempo fue el máximo goleador de Boca Juniors en el profesionalismo, hasta que un tal Martín Palermo lo superó y hoy lidera las estadísticas. Pero, no por eso es para menospreciar lo hecho por Don Pancho. Surgido de 12 de Octubre, lo vieron y se lo llevaron a Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde le dio con sus goles, el único título profesional que aún hoy guarda el tripero.
En 1930 y con veinte años disputó el Mundial de Uruguay 1930, a tal punto de ser el último sobreviviente de la gran final, perdida contra el local. Si marcó un solo gol en todo el torneo (fue en el 6-3 a México de la Primera Ronda) se debe a que estuvo entre algodones gran parte del torneo. De hecho, solía recordar que el uruguayo Lorenzo Fernández le dijo en el partido decisivo: “"Te vamos a sacar de la cancha". No se vivían tiempos fáciles en Argentina (y en la Asociación de Fútbol), por eso mucha gente sostiene que tanto Pancho y algunos otros no debieron jugar la final.
En 1931 lo incorporó Boca, donde jugó 208 partidos con un promedio de 0, 86% de gol por partido y con tres títulos locales. El año en el que más goles marcó fue en el 33 cuando se despachó con 34 goles. Su arma letal era la derecha, un verdadero misil que le valió el apodo de Cañoncito. Se animaba también de zurda, aunque tenía un flojo cabezazo (“Si hice cinco -goles de cabeza- es mucho”). Se retiró a los 30 años por un problema en su rodilla derecha.
Ciudadano ilustre de La Plata, tiene una calle con su nombre y hasta fue reconocido con la Orden de Mérito FIFA como Beckenbauer y Pelé, Pancho Varallo es parte de los pasillos gloriosos de la Bombonera.
En su domicilio de La Plata, vivió sus últimas horas. Hoy al velorio acudieron Sebastián Battaglia y Martín Palermo en representación del Xeneize. Hoy la Bombonera no tiembla, ni late, llora a su ídolo.
UNA FRASE:
"El nueve y el diez deben ser un matrimonio, necesita afinidad. Lo digo sin falsa modestia: yo no hubiera sido lo que fui sin Cherro. De mis 181 goles en Boca, 150 se los debo a él. Me conocía como si fuera mi madre. Sabía meterme la pelota entre los backs para que yo quedara bien perfilado y le diera al arco con todo.
Durante mucho tiempo fue el máximo goleador de Boca Juniors en el profesionalismo, hasta que un tal Martín Palermo lo superó y hoy lidera las estadísticas. Pero, no por eso es para menospreciar lo hecho por Don Pancho. Surgido de 12 de Octubre, lo vieron y se lo llevaron a Gimnasia y Esgrima de La Plata, donde le dio con sus goles, el único título profesional que aún hoy guarda el tripero.
En 1930 y con veinte años disputó el Mundial de Uruguay 1930, a tal punto de ser el último sobreviviente de la gran final, perdida contra el local. Si marcó un solo gol en todo el torneo (fue en el 6-3 a México de la Primera Ronda) se debe a que estuvo entre algodones gran parte del torneo. De hecho, solía recordar que el uruguayo Lorenzo Fernández le dijo en el partido decisivo: “"Te vamos a sacar de la cancha". No se vivían tiempos fáciles en Argentina (y en la Asociación de Fútbol), por eso mucha gente sostiene que tanto Pancho y algunos otros no debieron jugar la final.
En 1931 lo incorporó Boca, donde jugó 208 partidos con un promedio de 0, 86% de gol por partido y con tres títulos locales. El año en el que más goles marcó fue en el 33 cuando se despachó con 34 goles. Su arma letal era la derecha, un verdadero misil que le valió el apodo de Cañoncito. Se animaba también de zurda, aunque tenía un flojo cabezazo (“Si hice cinco -goles de cabeza- es mucho”). Se retiró a los 30 años por un problema en su rodilla derecha.
Ciudadano ilustre de La Plata, tiene una calle con su nombre y hasta fue reconocido con la Orden de Mérito FIFA como Beckenbauer y Pelé, Pancho Varallo es parte de los pasillos gloriosos de la Bombonera.
En su domicilio de La Plata, vivió sus últimas horas. Hoy al velorio acudieron Sebastián Battaglia y Martín Palermo en representación del Xeneize. Hoy la Bombonera no tiembla, ni late, llora a su ídolo.
UNA FRASE:
"El nueve y el diez deben ser un matrimonio, necesita afinidad. Lo digo sin falsa modestia: yo no hubiera sido lo que fui sin Cherro. De mis 181 goles en Boca, 150 se los debo a él. Me conocía como si fuera mi madre. Sabía meterme la pelota entre los backs para que yo quedara bien perfilado y le diera al arco con todo.
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