El balance de Argentina en el Mundial puede ser bueno o malo según cómo se lo mire. La primera ronda del equipo fue avasallante con un triunfo justo ante Nigeria, goleada a Corea del Sur y relajado ante Grecia.
En el tercer partido, Argentina se pudo dar el lujo de guardar a varios jugadores. El problema del primer partido con la franja derecha lo solucionó gracias a la lesión de Verón y la aparición de Jonás Gutiérrez como cuatro definitivo, aunque contra Grecia, tuvo rodaje Otamendi por derecha y Clemente por izquierda. Ambos hicieron un partidazo y el Galgo perdió el puesto.
Como tuvo que elegir uno de dos, el de Vélez superó al de Estudiantes y fue titular ante México siendo nuevamente casi figura. En cuartos de final, lo tuvo más complicado y jugó un partido pésimo. Complicado en la marca, cada vez que lo encararon lo pasaron o cometió infracciones, no se proyectó y estuvo mal con la pelota en los pies. Pudo haber salido antes, aunque poco hubiera cambiado.
El problema argentino en Mundiales lleva larga data y no es de este último. Con el mejor del mundo, aunque falto de fútbol colectivo, Argentina se coló entre los favoritos a fuerza de buenos triunfos y solidez. Decir ahora que la selección nunca jugó bien es ser un panqueque porque todos los partidos los ganó con altura. Incluso, ante México cuando se dio el lujo de retroceder y guardar energías.
Reducir el paso argentino en Sudáfrica con el resultado ante Alemania es lo más injusto en la tierra. El 4-0 demostró la diferencia entre un equipo de primer nivel con grandes chances de ser campeón y otro que es un buen equipo, pero no le gana a los mejores desde hace veinte años.
De todas maneras, el marcador se abrió por un cabezazo al minuto dos, en el gol más rápido del Mundial. La falla en la marca de un jugador, no significa que el DT planificó mal, paró mal el equipo o no sabía a que se jugaba. Con ese factor suerte y la poca reacción argentina, Alemania dominó a Argentina que no encontraba la pelota, no jugaba Messi y no generaba peligro. Recién asustó algo a fines del primer tiempo.
En el complemento, antes de hacer los cambios le dio una nueva chance a sus once elegidos. Salieron a presionar arriba, a recuperar lo más lejos posible, lo que lograron. Fueron unos muy buenos veinte minutos aunque con el déficit de este equipo: la falta de definición, en este caso porque prácticamente no le pegaron al arco.
A los veinte, cuando Maradona notó que algo andaba mal y había que jugársela definitivamente mandó a llamar a Pastore. Con el Flaco a su lado, sufrió el segundo gol alemán. ¿Hizo los cambios tarde? Cuando lo estaba por poner le hicieron el segundo gol, por cuestión de un minuto, ¿tan tarde fue? Moralmente el equipo se vio fulminado y no reaccionó. Sobraron espacios y goles. Demasiados.
Alemania es un gran equipo, con dos o tres jugadores desequilibrantes, una idea clara con todos intentando jugar y el contraataque como máxima expresión. Con la ventaja desde el vestuario, el partido le funcionó a la perfección.
Tal vez se puede reclamar, poca solidez defensiva, ya que en ningún partido dio la sensación que Romero terminaría el arco en cero, pero la lesión de Samuel y el flojo rendimiento de Demichelis (contra Uruguay y Alemania en abril, fue casi figura) no ayudaron. Heinze cambió críticas por un gol y una tarea que siempre cumplió y el costado derecho dejó dudas al comienzo y al final, aunque el transcurso no fue tan malo.
En la ofensiva, lo mejor de Messi se vio al comienzo y en el gran triunfo ante Corea del Sur. Higuaín y Agüero también gastaron lo mejor de ellos ahí. Milito cuando jugó no cumplió y Tevez no colaboró, más allá de su buena tarea ante México. Por más ganas, choques y buenas intenciones tenga, le faltó claridad y asociarse más con Messi e Higuaín.
Habrá que corregir estos últimos dos ítems, aunque tampoco cargando sólo contra el DT. Si Alemania le dio una lección a Argentina fue en efectividad, cómo cuidar la pelota, avanzar y retroceder en bloque y el contraataque. Si bien parece mucho –y el resultado también-, el papel argentino no fue tan malo.
El que quiera quedarse con que fue una goleada, que lo piense. El que opte por pensar que se fue a dejar todo en ofensiva –que no se encontró- y a raíz de eso se generaron los espacios, estará mucho más tranquilo.
En el tercer partido, Argentina se pudo dar el lujo de guardar a varios jugadores. El problema del primer partido con la franja derecha lo solucionó gracias a la lesión de Verón y la aparición de Jonás Gutiérrez como cuatro definitivo, aunque contra Grecia, tuvo rodaje Otamendi por derecha y Clemente por izquierda. Ambos hicieron un partidazo y el Galgo perdió el puesto.
Como tuvo que elegir uno de dos, el de Vélez superó al de Estudiantes y fue titular ante México siendo nuevamente casi figura. En cuartos de final, lo tuvo más complicado y jugó un partido pésimo. Complicado en la marca, cada vez que lo encararon lo pasaron o cometió infracciones, no se proyectó y estuvo mal con la pelota en los pies. Pudo haber salido antes, aunque poco hubiera cambiado.
El problema argentino en Mundiales lleva larga data y no es de este último. Con el mejor del mundo, aunque falto de fútbol colectivo, Argentina se coló entre los favoritos a fuerza de buenos triunfos y solidez. Decir ahora que la selección nunca jugó bien es ser un panqueque porque todos los partidos los ganó con altura. Incluso, ante México cuando se dio el lujo de retroceder y guardar energías.
Reducir el paso argentino en Sudáfrica con el resultado ante Alemania es lo más injusto en la tierra. El 4-0 demostró la diferencia entre un equipo de primer nivel con grandes chances de ser campeón y otro que es un buen equipo, pero no le gana a los mejores desde hace veinte años.
De todas maneras, el marcador se abrió por un cabezazo al minuto dos, en el gol más rápido del Mundial. La falla en la marca de un jugador, no significa que el DT planificó mal, paró mal el equipo o no sabía a que se jugaba. Con ese factor suerte y la poca reacción argentina, Alemania dominó a Argentina que no encontraba la pelota, no jugaba Messi y no generaba peligro. Recién asustó algo a fines del primer tiempo.
En el complemento, antes de hacer los cambios le dio una nueva chance a sus once elegidos. Salieron a presionar arriba, a recuperar lo más lejos posible, lo que lograron. Fueron unos muy buenos veinte minutos aunque con el déficit de este equipo: la falta de definición, en este caso porque prácticamente no le pegaron al arco.
A los veinte, cuando Maradona notó que algo andaba mal y había que jugársela definitivamente mandó a llamar a Pastore. Con el Flaco a su lado, sufrió el segundo gol alemán. ¿Hizo los cambios tarde? Cuando lo estaba por poner le hicieron el segundo gol, por cuestión de un minuto, ¿tan tarde fue? Moralmente el equipo se vio fulminado y no reaccionó. Sobraron espacios y goles. Demasiados.
Alemania es un gran equipo, con dos o tres jugadores desequilibrantes, una idea clara con todos intentando jugar y el contraataque como máxima expresión. Con la ventaja desde el vestuario, el partido le funcionó a la perfección.
Tal vez se puede reclamar, poca solidez defensiva, ya que en ningún partido dio la sensación que Romero terminaría el arco en cero, pero la lesión de Samuel y el flojo rendimiento de Demichelis (contra Uruguay y Alemania en abril, fue casi figura) no ayudaron. Heinze cambió críticas por un gol y una tarea que siempre cumplió y el costado derecho dejó dudas al comienzo y al final, aunque el transcurso no fue tan malo.
En la ofensiva, lo mejor de Messi se vio al comienzo y en el gran triunfo ante Corea del Sur. Higuaín y Agüero también gastaron lo mejor de ellos ahí. Milito cuando jugó no cumplió y Tevez no colaboró, más allá de su buena tarea ante México. Por más ganas, choques y buenas intenciones tenga, le faltó claridad y asociarse más con Messi e Higuaín.
Habrá que corregir estos últimos dos ítems, aunque tampoco cargando sólo contra el DT. Si Alemania le dio una lección a Argentina fue en efectividad, cómo cuidar la pelota, avanzar y retroceder en bloque y el contraataque. Si bien parece mucho –y el resultado también-, el papel argentino no fue tan malo.
El que quiera quedarse con que fue una goleada, que lo piense. El que opte por pensar que se fue a dejar todo en ofensiva –que no se encontró- y a raíz de eso se generaron los espacios, estará mucho más tranquilo.
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