Otra vez River y Boca igualaron 1 a 1. Como el 19 de abril, en la Bombonera, empataron con goles de Marcelo Gallardo -de tiro libre- y Martín Palermo. El equipo de Astrada fue muy superior en el primer tiempo y pudo haber goleado -Abbondanzieri le atajó un penal a Ortegal-, pero se quedó y los xeneizes se despertaron y dominaron durante la segunda parte, en donde podrían haberse quedado con la victoria.
A los 24 minutos del primer tiempo se produjo una jugada discutida. Buonanotte ingresó al área y, poco después de que acomodara el balón con el antebrazo, recibió una grosera infracción de Monzón. El árbitro Laverni, que no vio la mano previa, cobró penal. Ortega fue el encargado de patearlo, pero su remate esquinado fue atajado por Abbondanzieri, que se arrojó hacia su palo izquierdo y la sacó con una mano al córner.
Cinco minutos llegó el primer grito de la tarde. Una nueva infracción de la defensa xeneize cerca del área desembocó en un tiro libre que Marcelo Gallardo clavó junto al palo derecho. Inatajable. Y la fiesta millonaria fue total.
La segunda mitad comenzó caliente. A los 60 segundos, Cristian Villagra cometió su segunda infracción violenta en la mitad de la cancha, recibió una nueva amarilla y se fue expulsado. A los 6´, Ortega fue a buscar a Cáceres cerca de la zona del banco de suplentes, el paraguayo se dio vuelta airadamente, el Burrito se tiró tomándose el rostro y el árbitro Laverni aplicó la ley de la compensación y le sacó la roja al zaguero xeneize.
A partir de ahí, Boca fue el protagonista de la segunda parte, como consecuencia de su propia mejora y porque River, con el correr de los minutos, se fue metiendo atrás y terminó refugiado en su área. En una de las tantas situaciones del equipo xeneize, Gaitán envió un centro casi al ras del suelo, Riquelme la acomodó hacia atrás con un taco, y Palermo, siempre Palermo, de frente, sentenció la igualdad.
Tanto Daniel Vega como Roberto Abbondanzieri cumplieron una buena tarea, y fueron los responsables de que sus equipos no recibieran más goles.
El equipo millonario dejó una buena imagen en el primer tiempo, lejana de las tristes tardes de los últimos domingos, y se fue a los vestuarios con una merecida ventaja. Sin embargo, en los últimos 45´ volvieron los fantasmas y la sensación final fue ambigua, dado que, si bien no perdió ante el clásico rival, podría haberlo ganado si la actitud inicial hubiera durado todo el partido.
A los 24 minutos del primer tiempo se produjo una jugada discutida. Buonanotte ingresó al área y, poco después de que acomodara el balón con el antebrazo, recibió una grosera infracción de Monzón. El árbitro Laverni, que no vio la mano previa, cobró penal. Ortega fue el encargado de patearlo, pero su remate esquinado fue atajado por Abbondanzieri, que se arrojó hacia su palo izquierdo y la sacó con una mano al córner.
Cinco minutos llegó el primer grito de la tarde. Una nueva infracción de la defensa xeneize cerca del área desembocó en un tiro libre que Marcelo Gallardo clavó junto al palo derecho. Inatajable. Y la fiesta millonaria fue total.
La segunda mitad comenzó caliente. A los 60 segundos, Cristian Villagra cometió su segunda infracción violenta en la mitad de la cancha, recibió una nueva amarilla y se fue expulsado. A los 6´, Ortega fue a buscar a Cáceres cerca de la zona del banco de suplentes, el paraguayo se dio vuelta airadamente, el Burrito se tiró tomándose el rostro y el árbitro Laverni aplicó la ley de la compensación y le sacó la roja al zaguero xeneize.
A partir de ahí, Boca fue el protagonista de la segunda parte, como consecuencia de su propia mejora y porque River, con el correr de los minutos, se fue metiendo atrás y terminó refugiado en su área. En una de las tantas situaciones del equipo xeneize, Gaitán envió un centro casi al ras del suelo, Riquelme la acomodó hacia atrás con un taco, y Palermo, siempre Palermo, de frente, sentenció la igualdad.
Tanto Daniel Vega como Roberto Abbondanzieri cumplieron una buena tarea, y fueron los responsables de que sus equipos no recibieran más goles.
El equipo millonario dejó una buena imagen en el primer tiempo, lejana de las tristes tardes de los últimos domingos, y se fue a los vestuarios con una merecida ventaja. Sin embargo, en los últimos 45´ volvieron los fantasmas y la sensación final fue ambigua, dado que, si bien no perdió ante el clásico rival, podría haberlo ganado si la actitud inicial hubiera durado todo el partido.
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