Más allá de un gran triunfo argentino, todas las miradas fueron puestas en las declaraciones posteriores por parte de Diego Armando Maradona. En el campo de juego, sumido en un profundo abrazo con el manager Carlos Bilardo, ya dio el primer indicio de “que me la chupen”. Lejos de rectificarse, lo repitió en la conferencia de prensa varias veces, volvió a excluir de la dedicatoria a los periodistas, los invitó a que “sigan mamando” y se enfrentó con Toti Pasman, quien representó al periodismo deportivo que tanto criticaba el seleccionador nacional.
A ver, vamos por partes. Que critiquen a Maradona y la selección era inevitable por los flojos partidos, por ejemplo en Bolivia o contra Perú, dos equipos inferiores a la décima potencia. Lo que enojó al seleccionador fue aquellos periodistas que hicieron leña del árbol caído, ante cada derrota hablaban de renuncia y casi festejaban el fracaso argentino para poder decir: “yo se los anuncié”.
Que el periodismo agranda, deforma, modifica y exaspera es verdad, algunos fueron víctimas, aunque la actitud de Maradona fue una vergüenza. Dejamos al margen lo táctica y futbolístico para centrarnos en lo ético. Semejantes palabras no se pueden utilizar en una ventana al mundo. A mí como argentino no me gustó que salga nuestro DT realizando dicho acto.
Nada justifica lo que hizo, aunque ojo, hay una gran colaboración de los “especialistas”, que hace un tiempo algunos le chupaban las medias y ahora eran invitados a chupar, otra cosa. Ya lo dijo Verón, probablemente el más racional del plantel, que la clasificación no tape la parva de cosas que se hicieron mal, sería tropezar con la misma piedra. Mientras Grondona, Bilardo y los jugadores entienden la reacción del mejor jugador de la historia del fútbol, otros ya piensan en el Mundial que se acerca, con modificaciones del cuerpo técnico y el futuro de la Argentina.
A ver, vamos por partes. Que critiquen a Maradona y la selección era inevitable por los flojos partidos, por ejemplo en Bolivia o contra Perú, dos equipos inferiores a la décima potencia. Lo que enojó al seleccionador fue aquellos periodistas que hicieron leña del árbol caído, ante cada derrota hablaban de renuncia y casi festejaban el fracaso argentino para poder decir: “yo se los anuncié”.
Que el periodismo agranda, deforma, modifica y exaspera es verdad, algunos fueron víctimas, aunque la actitud de Maradona fue una vergüenza. Dejamos al margen lo táctica y futbolístico para centrarnos en lo ético. Semejantes palabras no se pueden utilizar en una ventana al mundo. A mí como argentino no me gustó que salga nuestro DT realizando dicho acto.
Nada justifica lo que hizo, aunque ojo, hay una gran colaboración de los “especialistas”, que hace un tiempo algunos le chupaban las medias y ahora eran invitados a chupar, otra cosa. Ya lo dijo Verón, probablemente el más racional del plantel, que la clasificación no tape la parva de cosas que se hicieron mal, sería tropezar con la misma piedra. Mientras Grondona, Bilardo y los jugadores entienden la reacción del mejor jugador de la historia del fútbol, otros ya piensan en el Mundial que se acerca, con modificaciones del cuerpo técnico y el futuro de la Argentina.
Un grave error de Maradona fue generalizar y tratar a todos los periodistas de lo mismo, así como dijo que él es blanco o negro, cosa que tampoco es cierta. Por las dudas, al día siguiente pidió perdón a los que se sintieron insultados sin merecer la invitación.
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