Leandro Lázzaro, se hizo famoso en su primer paso por Tigre, en el cual logró el ascenso a primera y fue un artífice del Matador subcampeón del año pasado, en su primero en la A.
Tras su excelente campeonato con diez goles como muestra de eso, lo incorporó Estudiantes de La Plata. Allí jugó poco, le costó mucho encontrarle la mano al equipo con tres puntas, aunque más sobre el final estuvo mejor. Jugó Copa Libertadores, haciendo un papel más que digno -el equipo-, pero algunas rispideces con Juan Sebastián Verón, no se pudieron limar, el goleador no se aguantó más y lo mandó al frente a la Brujita con fuertes declaraciones.
Meterse con él, es lo mismo que hacerlo con el técnico, por lo que no volvió a jugar después de esas graves acusaciones. Llegó el fin de temporada y ya era un hecho que Lázzaro iba a ser parte del Matador nuevamente.
Su llegada se anunció con bombos y platillos, al igual que la del Chino Luna y la consolidación de Altobelli y de un Bardaro en busca de minutos.
El torneo empezó muy bien para Tigre, no para Lázzaro que tenía el arco cerrado y veía como su compañero de ataque -Altobelli- no paraba de meterla.
También agarró confianza Luna, que le marcó a Independiente y empezó a pedir titularidad, por ende, Leandro fue al banco. El chino metió dos dobletes seguidos vs. River y Rosario Central y cuando ya parecía que la dupla estaba definida porque Leandro no había marcado en todo el torneo, Diego Cagna lo mandó a la cancha por Morel.
El partido estaba dos a dos, Tigre necesitaba ganar, por eso un delantero más venía bien y así como estaba el equipo, con todo al ataque, le llegó una pelota a Lázzaro, se tomó su tiempo, paró la pelota y cuando parecía que se iba afuera o que era muy débil su remate, fue al lado del palo y con eso logró una victoria que siempre la va a recordar por mantenerle la ilusión de ganar el torneo.
Seguramente, ese gol valió mucho más que diez del otro torneo, tardó 18 fechas en convertir. Pero llegó al fin, la relación amorosa de Lázzaro y la red, posteriormente de salir corriendo sin remera como enojado. Los goleadores son así, no la tocan, pero cuando la tocan (después de 18 fechas) la mandan a guardar, y si tienen alguna duda, pregútenle al Echarri del fútbol; un hombre de novela.
Tras su excelente campeonato con diez goles como muestra de eso, lo incorporó Estudiantes de La Plata. Allí jugó poco, le costó mucho encontrarle la mano al equipo con tres puntas, aunque más sobre el final estuvo mejor. Jugó Copa Libertadores, haciendo un papel más que digno -el equipo-, pero algunas rispideces con Juan Sebastián Verón, no se pudieron limar, el goleador no se aguantó más y lo mandó al frente a la Brujita con fuertes declaraciones.
Meterse con él, es lo mismo que hacerlo con el técnico, por lo que no volvió a jugar después de esas graves acusaciones. Llegó el fin de temporada y ya era un hecho que Lázzaro iba a ser parte del Matador nuevamente.
Su llegada se anunció con bombos y platillos, al igual que la del Chino Luna y la consolidación de Altobelli y de un Bardaro en busca de minutos.
El torneo empezó muy bien para Tigre, no para Lázzaro que tenía el arco cerrado y veía como su compañero de ataque -Altobelli- no paraba de meterla.
También agarró confianza Luna, que le marcó a Independiente y empezó a pedir titularidad, por ende, Leandro fue al banco. El chino metió dos dobletes seguidos vs. River y Rosario Central y cuando ya parecía que la dupla estaba definida porque Leandro no había marcado en todo el torneo, Diego Cagna lo mandó a la cancha por Morel.
El partido estaba dos a dos, Tigre necesitaba ganar, por eso un delantero más venía bien y así como estaba el equipo, con todo al ataque, le llegó una pelota a Lázzaro, se tomó su tiempo, paró la pelota y cuando parecía que se iba afuera o que era muy débil su remate, fue al lado del palo y con eso logró una victoria que siempre la va a recordar por mantenerle la ilusión de ganar el torneo.
Seguramente, ese gol valió mucho más que diez del otro torneo, tardó 18 fechas en convertir. Pero llegó al fin, la relación amorosa de Lázzaro y la red, posteriormente de salir corriendo sin remera como enojado. Los goleadores son así, no la tocan, pero cuando la tocan (después de 18 fechas) la mandan a guardar, y si tienen alguna duda, pregútenle al Echarri del fútbol; un hombre de novela.
1 comentario:
Lazzaro.. mucho huevo.. este año jugo mas de asistidor que de definidor...
Tremendamente Motivados
hacete seguidor de el blog!
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