martes, 2 de diciembre de 2008

Por algo le dicen santo...


Pocos lo hubieran creído, pero San Lorenzo lo dio vuelta milagrosamente y al final, el jugador de más que tuvo lo hizo valer.

El partido había sido suspendido el Sábado por la tarde, cuando la lluvia dijo basta en una cancha que se jugaba casi con antiparras. En los 16 que se llegaron a jugar, hubo polémica, un gol (Goltz de cabeza) y una expulsión (Pastore por juego brusco).

Esta vez, Cappa planteó un equipo teniendo en cuenta su inferioridad numérica y de ir ganando. Instintivamente, el globo se fue para atrás y aguantó la primera parte (37 minutos) y jugó de contra: desperdició dos y San Lorenzo, con la necesidad de ganar se despertó después del entretiempo y llegó a una diferencia inesperada.

Primero Aureliano Torres de cabeza empató tras un centro desde la derecha y mostró una parte viva. A Huracán lo golpeó anímicamente porque daba la sensación que no podrían hacer otro gol, a eso se le suma el ingreso de Cristian Chavez que le dio más aire al ataque blaugrana por un Ledesma apagado.

Una vez descubierta la fórmula -el juego aéreo-, aumentó Chavez de cabeza cumpliendo con la regla de dos cabezazoos en el área. El Cuervo había encontrado un lugar por donde jugarle a su rival y buscar la parte de su ataque donde esté más preciso. Con poco de Solari y Bergessio, se lucieron los "wines" y el pibe Chavez que entró fresco y con ganas de encarar.

A los 25 y a los 35, Andrés Silvera amplió y cerró la historia por otros dos de cabeza. Ni las buenas tareas de Goltz y Limia que taparon todo lo que pudieron hacer, permitieron un nuevo triunfo.

Así ganó el Cuervo, una nueva edición del clásico, luciendo una vez más su condición de padre con respecto a su rival. A dos fechas del final, nada mejor que una victoria de este modo, para mantener el Apertura en vilo. Al fin y al cabo no era tan difícil, había que usar la cabeza...

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