Nos dura la sangre en el ojo
Uy! Sentía como si unos duendes golpearan con firmeza el centro de mi cabeza, con intervalos de dos, tres, cuatro segundos. Prometo, para el próximo el sábado, evitar los excesos festivos.
Me levanto.
Camino unos pasos, agarro el teléfono.
"Maaa.. Feliz día ma" Esquivo los agravios, repito mis buenos deseos un par de veces más y cuelgo. Debo admitir que me sentí culpable dejándola sola; Pero la pucha, es domingo de clásico, nada más importa.
La adrenalina y los nervios aumentan. Me siento distinto, es un día especial. Abro el diario, levanto a mi hermano, mordemos algo de la heladera y arrancamos.
El sol derrite mi espalda.
En la tribuna suelto mi primera bronca de la tarde. Que hijos de puta, nos mintieron!. Sacaron un comunicado diciendo que las entradas se habían agotado en la primera jornada, entre socios y abonados. Corruptos, infames!. A mi alrededor todos foráneos, con sus camaritas y caras de asombro.
Toda la semana tratando de conseguir una entrada, que pagué finalmente una fortuna.
Y bue, así son las cosas, viejo. Sigamos.
La gente va llenando el monumental, se lo ve hermoso.
Banderas, cintas, globos... y un colorido especial que emociona.
Se escuchan las primeras voces..."vamos campeón, vamo a ganar...".
"Subí el volumen parlante sin aliento" grita el gordo de atrás, generando la risa de muchos. Es verdad, el mito de la doce cae estrepitosamente con solo contemplarla.
Se acerca la hora, me cuesta quedarme quieto.
Teléfono. Mensaje de texto: Vamos carajo!!!!!. Papá, desde España. La pasión no entiende de límites ni de fronteras.
La salida de los equipos es conmovedora, ahora a jugar.
El primer tiempo no ofrece mucho. River más vertical, sin ofender mínimamente. Boca manejando mejor la pelota, pero sin lastimar.
En el segundo, en cambio, llegan las emociones. La expulsión prematura del capitán xeneize, que hace que su equipo se repliegue y ordene las líneas.
El gol tras la pelota parada y luego los intentos vírgenes, improvisados e ingenuos de los jugadores de River por lograr el empate.
Cuando hay miedo todo es ruido, sentenció el dramaturgo Sófocles. Ese miedo invadió a los jugadores millonarios tras la adversidad.
Desde la tribuna cayeron justos silbidos e insultos.
Otra vez el equipo no estuvo a la altura del marco y decepcionó.
Vuelvo a casa, tarareando canciones. Le doy un beso a la vieja, como corresponde.
Antes de dormir apago la vela, y recuerdo que tengo que pedir el auto para sacar las entradas... el miércoles jugamos por la copa.
Me levanto.
Camino unos pasos, agarro el teléfono.
"Maaa.. Feliz día ma" Esquivo los agravios, repito mis buenos deseos un par de veces más y cuelgo. Debo admitir que me sentí culpable dejándola sola; Pero la pucha, es domingo de clásico, nada más importa.
La adrenalina y los nervios aumentan. Me siento distinto, es un día especial. Abro el diario, levanto a mi hermano, mordemos algo de la heladera y arrancamos.
El sol derrite mi espalda.
En la tribuna suelto mi primera bronca de la tarde. Que hijos de puta, nos mintieron!. Sacaron un comunicado diciendo que las entradas se habían agotado en la primera jornada, entre socios y abonados. Corruptos, infames!. A mi alrededor todos foráneos, con sus camaritas y caras de asombro.
Toda la semana tratando de conseguir una entrada, que pagué finalmente una fortuna.
Y bue, así son las cosas, viejo. Sigamos.
La gente va llenando el monumental, se lo ve hermoso.
Banderas, cintas, globos... y un colorido especial que emociona.
Se escuchan las primeras voces..."vamos campeón, vamo a ganar...".
"Subí el volumen parlante sin aliento" grita el gordo de atrás, generando la risa de muchos. Es verdad, el mito de la doce cae estrepitosamente con solo contemplarla.
Se acerca la hora, me cuesta quedarme quieto.
Teléfono. Mensaje de texto: Vamos carajo!!!!!. Papá, desde España. La pasión no entiende de límites ni de fronteras.
La salida de los equipos es conmovedora, ahora a jugar.
El primer tiempo no ofrece mucho. River más vertical, sin ofender mínimamente. Boca manejando mejor la pelota, pero sin lastimar.
En el segundo, en cambio, llegan las emociones. La expulsión prematura del capitán xeneize, que hace que su equipo se repliegue y ordene las líneas.
El gol tras la pelota parada y luego los intentos vírgenes, improvisados e ingenuos de los jugadores de River por lograr el empate.
Cuando hay miedo todo es ruido, sentenció el dramaturgo Sófocles. Ese miedo invadió a los jugadores millonarios tras la adversidad.
Desde la tribuna cayeron justos silbidos e insultos.
Otra vez el equipo no estuvo a la altura del marco y decepcionó.
Vuelvo a casa, tarareando canciones. Le doy un beso a la vieja, como corresponde.
Antes de dormir apago la vela, y recuerdo que tengo que pedir el auto para sacar las entradas... el miércoles jugamos por la copa.
Joaquín Crotto
El miedo a perder
En esta nueva versión del Superclásico, vimos un partido parejo y mal jugado por ambos equipos. Ambos venían golpeados en el torneo y necesitaban un triunfo, no tanto por los 3 puntos, sino sabiendo lo que implicaba una derrota para cuaquiera de los dos. Quizás éste fue el gran motivo a que se diera un desarrollo de juego poco vistoso y dinámico. Y, a falta de fútbol, el ganador iba a ser quien superara al rival en actitud, entrega y huevo ¿Cómo esperar que no sea Boca el ganador, entonces?
Porque García consiguió afirmarse, luego de un nervioso arranque; porque Cáceres y Paletta jugaron juntos su mejor partido del torneo después de varias actuaciones lamentables; porque Battaglia fue el Battaglia de siempre (figura) y Vargas nunca se cansó; porque Viatri homenajeó al verdugo máximo de River con ese cabezazo y porque a Román lo llamaron a lo que mejor sabe hacer: dormir el partido.
Y, del otro lado, Cabral y Tuzzio no supieron marcar sin foul; Ahumada, fiel a su apellido, fue un "vendehumo" que habló más en la semana de lo que jugó; Buonanotte fue un Enano al lado del 5 boquense y Salcedo y Falcao siguen sin despegar como dupla en ataque.
El "campeonato aparte" lo ganó Boca. Y, después de los eternos y sufridos 90 minutos, llegó el desahogo, la alegría, el alivio y la tranquilidad. Emociones que hacen de remedio para este Boca que estaba envuelto en insoportables rumores e historias misteriosas alimentadas por el insoportable periodismo deportivo y alejadas a la realidad.
Los de enfrente siguen hundidos en el fondo de la tabla y, de cara al futuro, preocupa que no haya algo parecido a una respuesta, sea cual sea. Prueba de esto es el urgente pedido por la vuelta del Burrito; muestra de que algo anda mal.
Para terminar, destacar a J.R.R., padre futbolístico y anímico de Boca, que ama jugar los Superclásicos y se nota. En él, cualquier resultado puede descansar seguro de que nadie lo va a molestar. Porque él garantiza el dominio de la pelota los 90 minutos. Y desde ahí, todo es más fácil. Todavía lamento el día en que Pekerman tomó la decisión de sacarlo de la cancha en los cuartos de final del último mundial, ganando 1-0 contra Alemania. Y dicen que no sirve para defender...
Santiago Mazzinghi
(*) El administrador del blog, no adhiere a todas las apreciaciones de éstos dos, pero acá no hay censura...
No hay comentarios:
Publicar un comentario