Probablemente sólo Horangel podría entender y alertar lo que ocurre en River, porque desde hace dos semanas que vive en un incendio, con una hoya en 99º y a punto de estar en ebullición.
Antes del 4 de mayo que se disputó el superclásico, pocos creían ver al ¿equipo? de Simeone cómo está. Pero el fútbol es una caja de sorpresas in entendibles que vienen en cadena: a veces buenas y otras malas, pero siempre siendo claros. El 0-1 con su clásico rival dejando mala imagen fue el primer golpe, sin creer que auguraba un final tan pronto.
Esa misma semana recibió a San Lorenzo por la Copa (1-2 ida). Con dos más, por 2-0, de local y la gente como nunca, estaba pasando a cuartos. Bergessio metió el primero, calló a todos (sino pregúntenle a Ahumada) y después el segundo de cabeza para cerrar el trámite. Rosales en dos ocasiones se lo perdió y River se quedó nuevamente afuera en Copa.
Los jugadores se retiraron chiflados y dieron un indicio de cómo venía la mano: en los pasillos gente protestando, pidiendo cabezas de líderes, un derrocamiento y rearmar un club. Aguilar como siempre se quedó en el molde sin hablar y el único que saltó y tuvo suficientes agallas de enfrentar aunque se le fue la mano fue el número 5 Ahumada. Insultos, escraches, cargadas y cadenas por Internet causaron malestar en Nuñez.
Claro, River no pasa de ronda, Aguilar ni se inmuta y ya le puso clavos a su puesto, el entrenador acaba de asumir, Ramón los dejó afuera, el máximo referente es su ídolo Ortega que no da pie con bola y poco demuestra por River y en su plantilla grandes jugadores y promesas se lucen. Entonces, ¿quién es el culpable? ¿A quién van a insultar?
Y las cosas son así, Ahumada habló de más, pero tan sólo con eso se armó un revuelo semejante que ahora provoca más lío. Encima, River va 1º en el torneo y tiene mucho por jugar. Pero es así, quieren ganar las dos cosas y River hace mucho que no logra uno. Por eso, ahora tienen que pasar de página y poner todo en el Clausura. A Simeone lo engañó su mujer, Ortega por su nivel y sus problemas parece alejarse, Alexis, Buonanotte parece que se van. Ahumada y Carrizo quienes hablaron ya están prácticamente vendidos (no es casualidad, en otro tiempo no lo hubiera dicho) y Oscar amenaza con contar cosas secretas de la dirigencia y el revuelo podría aumentar.
Imposible no compararlo con el cabaret de Boca, pero queda mucha tela para cortar. Es la realidad de River: internacionalmente no pueden.
Divertido para alimentar nuestras páginas, pero no piensan lo mismo los millonarios que cada vez les cala mejor su apodo de gallinas.
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