Estudiantes se consagró campeón después de cuatro años, en el fútbol argentino. En una jornada signada por el dramatismo y con una gran labor de Vélez vs. Racing poniéndole condimentos al final, finalmente el Pincha se recompuso y levantó el trofeo.
Vélez fue mucho más que Racing durante todo el partido. Pasando los 25 minutos, el Burrito Martínez marcó un gol de antología sacándose jugadores de encima desde mitad de cancha y quedando mano a mano con De Olivera, que evitó caídas mayores. El 1-0 llevaba al partido desempate, porque Estudiantes no podía superar el bloqueo defensivo de Arsenal, que tampoco inquietaba en ataque. En Quilmes era un partido aburrido, con muchos nervios y pocas respuestas y en Avellaneda había olor a hazaña.
Para colmo, a los once del segundo tiempo, Maxi Moralez cumplió con la Ley del Ex y colgó de un ángulo un tiro libre tan preciso como precioso. El festival continuó para el Fortín, y del otro lado reinaba la preocupación porque pasaba el tiempo, porque Verón salía lesionado y Braña llegaba a la quinta amarilla (en caso de desempate).
Con más fuerza que claridad, el Pincha empezó a meter en el arco a Arsenal y a hacer figura a Campestrini. Arriba, abajo, tiros desde afuera, centros, de todo le tiraban. Llegando a los 30 y con Hernán Rodrigo López en cancha, llegó un centro, cabeceó el ex Vélez (sí, el autor del gol del campeonato jugó en el subcampeón) y con una floja respuesta del arquero en esta oportunidad, marcó el 1-0.
Los de Alfaro ni amagaron con atacar y sufrieron en el último gol, un segundo gol del uruguayo autor del primero para decorar un resultado que no merecía. Vélez se aférró a la radio, aunque su fiesta futbolística no se coronó con la frutilla del postre. Gran cierre de un torneo que quedará destacado por el buen fútbol de Vélez y la emoción final. Lo de Estudiantes fue pura practicidad, contundencia y la suerte de campeón. De todos modos, vale uno.
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